Design OUT OF THE BOX
Verdadero diseño gráfico
lunes, 14 de enero de 2013
Dr. lakra en colaboración con Absolut Vodka
Algo muy importante en la comunicación es saber cuales son los signos y símbolos representativos de un país o zona geográfica. En esta botella se analiza que símbolos se utilizaron para comunicar ABSOLUT MÉXICO.
viernes, 11 de enero de 2013
La importancia de la marca en un producto.
Los jóvenes diseñadores gráficos es importante decirle a nuestros clientes lo importante que es tener una marca bien diseñada. Recuerden que en sus manos esta el impacto de productos y servicios.
FUENTE FORO ALFA
DESIGGNALS
Les dejamos este excelente artículo de Adrián Pierini sobre la importancia que tiene la identidad y el packaging de los productos.
De un lado están las que gritan, del otro las que describen. De un lado se hallan las que compiten por protagonismo, del otro las que se muestran únicas, soberbias. De un lado se ubican las que exclaman «¡Cómprame!», del otro las que se muestran estoicas y dicen simplemente: «aquí estoy, esta empresa soy yo».
Estamos hablando de marcas. Más precisamente de dos grandes grupos de marcas: las creadas para identificar a productos de consumo masivo y las pensadas para corporaciones, instituciones o productos elitistas. Ahora bien, ¿son unas mejores que otras? ¿Acaso la construcción de una identidad para un banco resulta ser mucho más compleja que la desarrollada para un paquete de salchichas? ¿En qué radica la diferencia? ¿En el glamour? ¿En el tipo de público? ¿En la temporalidad?
Entiendo que muchos clientes tienen una percepción equivocada sobre el nivel de complejidad constructiva que una marca de productos masivos implica y sobre cómo estos elementos de comunicación, que pueden llegar a transformarse en auténticos activadores del consumo, en ocasiones son posicionados por debajo de sus reconocidas hermanas, las denominadas «marcas corporativas».
Es importante aclarar que no pretendo menospreciar a estas últimas sino establecer que tanto un grupo como el otro, a pesar de constituir elementos comunicadores diferentes, y de poseer funciones y contextos específicos, deben ser valorados por igual, reconociéndose ambos como piezas fundamentales de la gran maquinaria estratégica denominada «branding».
Las marcas creadas para productos de consumo masivo, desfilan por un escenario en el que solo aquellas identidades gestadas de modo inteligente tienen la posibilidad de destacarse y triunfar. Hallan su razón de ser en el vértigo, en el ruido intenso, en el ejercicio de cruentas batallas en las que los distintos mensajes emitidos por la competencia, ambicionan condicionar a un consumidor fluctuante en sus gustos, comprensiblemente confundido ante la multiplicidad de estímulos visuales en el punto de venta. En la vereda opuesta, y funcionando en un entorno mucho más benigno, se encuentran las formales marcas corporativas. Ellas no gritan, dialogan con su público en un lenguaje mucho más civilizado. Su exposición tiene más posibilidades de ser privilegiada. El tiempo del que disponen para su reconocimiento y motivación es mayor. La competencia pocas veces se interpone en el dialogo con su target y su implementación invita muchas veces al destinatario del estímulo al disfrute y la contemplación. ¿Barbarie vs. civilización?, ¿impulso vs. racionalidad? Se trata de dos realidades bien distintas que inevitablemente influirán en el modo de pensarlas y construirlas.
Algunos podrían opinar que esta categorización es un tanto extremista, y quizá lo sea, pero no puede negarse que los escenarios en los que funcionan unas y otras marcas son muy opuestos. La marca gráfica de un producto masivo que logre moverse con eficacia en tan duras condiciones es merecedora del mayor de los respetos. Basta con saber que el visitante de una góndola solo le destina 1,3 segundos a la elección de un envase, para comprender que se le exige una capacidad de captación mucho mayor que a una marca de corte institucional. Para lograr que la oferta logre obtener el posicionamiento ideal dentro de un supermercado, ya no basta con que las materias primas sean excelentes y con que los procesos de elaboración sean muy cuidados.
Las empresas fabricantes deben comprender que un logotipo bien gestado puede transformarse en uno de los aliados estratégicos más valiosos. Es fundamental incorporar la idea de que para desencadenar en el target el mecanismo de consumo (observación, detección, selección y compra), resulta básico poner especial foco en el disparador del proceso. El fracaso funcional de una marca para productos masivos, puede llegar a destrozar la estrategia comunicacional más osada. Su éxito permite construir en torno a ella un imaginario poderoso capaz de resistir los ataques más sólidos de la competencia.
Es curioso observar que aún existen empresarios o profesionales del marketing de alta jerarquía que minimizan la importancia que los logotipos (o isologotipos) tienen en el éxito de sus lanzamientos. Esta realidad se pone de manifiesto en el malestar que sienten muchos clientes cuando deben aprobar un presupuesto de diseño y en la insistencia por considerar el proyecto como un simple ítem adicional dentro del pedido de desarrollo de un nuevo envase. Es lamentable que un punto de referencia tan esencial para la acción de compra, sea equiparado en complejidad a la simple composición de textos legales o adaptaciones básica de arte. Cuando la composición gráfica obtenida resulta ser exitosa, interpretan ese hecho como la consecuencia directa de una afortunada elección estética. Lo más grave es que, a pesar de su comprobada eficacia, aún sostienen que el rol de la marca gráfica de producto es pasible de ser reducida a lo meramente descriptivo, y suponen, para su propio perjuicio, que el término «marca» solo le cabe a los grandes servicios y a las grandes empresas o corporaciones.
Esta visión limitante del branding menoscaba la labor de quienes día a día trabajamos arduamente para transformar las identidades de productos (jugos, antitranspirantes, golosinas, galletitas, etc.) en recursos clave de las estrategias de consumo. Esta acepción pobre reduce a simples dibujantes a los que somos capaces de convertir simples letras, palabras, formas y colores, en conjuntos compositivos sólidos, diferenciadores, seductores, impulsores de consumo, pregnantes, vinculantes con su diferencial emocional o funcional, de alto impacto y, por sobre todo, capaces de convertirse en la síntesis de todos los valores positivos que el fabricante desea transmitir. ¿Acaso se puede pensar que en un escenario como el actual, en el que la oferta ha evolucionado hacia una auténtica ciencia de la acción y reacción, los diseñadores de brandpackaging solo pueden ser gestores de figuras bellas para que «Doña Rosa» disfrute de su experiencia de compra? La hermosura no es un requisito necesariamente obligado a la hora de diseñar una marca para productos masivos, pero sí deben tener la capacidad de convertirse en la primer imagen mental que surja en la mente del target a la hora de satisfacer su deseo de consumo.
Las marcas para productos masivos le hablan a personas comunes y por lo tanto, su lenguaje, generalmente, está muy condicionado. Esta característica suma una complejidad mayor a la labor proyectual, ya que el desafío radica en crear una identidad aceptada y reconocida por el consumidor, pero a la vez necesita personalidad e imponerse frente a la competencia. Aunque suela pensarse que el público siempre está dispuesto al cambio, la realidad es que la gente no duda en expresar malestar cuando la innovación no se manifiesta dentro de códigos fácilmente deducibles. Por ejemplo: el logo para goma de mascar infantil se construirá con tipografías de gran peso, volumétricas, muy dinámicas, etc.; el de una pasta italiana utilizará caracteres romanos, su grosor dependerá de la percepción de valor que se desee transmitir, y difícilmente se prescinda de filetes y sombras que lo despeguen del soporte y transmitan un imaginario artesanal; las marcas para limpiadores transmitirán un mensaje entre impactante y dinámico, sus recursos gráficos explotarán el imaginario tecnológico (letras de palo seco, geometrización de las formas, etc.) y poderosa acción (distribución diagonal del logotipo, aplicación de brillos de alto contraste, etc). Descripciones similares podríamos hacer para yogures, quesos crema, dentífricos, premezclas, etc,.
Lo fundamental de todos estos casos, es comprender que aunque parezca que nuestra labor consiste simplemente en tomar ese catálogo de códigos preexistentes que la cultura ofrece y distribuirlos de modo armónico, se requiere un conocimiento actitudinal (que evalúa las distintas experiencias de consumo), un análisis contextual (que profundiza el conocimiento del entorno comercial), una capacidad conceptual (para aportar un sostén argumental a la creación) y finalmente, idoneidad estética con perfil estratégico (que permite cerrar el proceso constructivo de una marca capaz de cumplir con los requerimientos funcionales y comerciales necesarios).
Una marca para quesos, un logo de pasta dental, ¡que cosa tan común!». Sin duda es una afirmación totalmente errónea pero que suele estar en boca de algunos clientes. Quienes diseñamos marcas para productos de consumo masivo, nos enfrentamos a desafíos proyectuales que solo pueden resultar exitosos si logramos sortear una gran diversidad de obstáculos como: la diversidad de puntos de venta (supermercados, almacenes, hipermercados), un target amplio (una multiplicidad de edades, niveles sociales, culturales, de educación), una competencia arrolladora, siempre atenta a nuestros errores, un tiempo mínimo para transmitir el mensaje, etc. Sin dudas, lo común no forma parte de nuestros briefs.
Que exista esta errónea idea de que las identidades institucionales o corporativas tienen un nivel de complejidad superior a las de productos de consumo masivo, es consecuencia de que el brandpackaging sea una especialidad relativamente reciente, pero también de que hasta hace no mucho tiempo, el escenario de consumo era mucho menos vertiginoso y la acción de venta se llevaba a cabo de un modo mucho más personal e inocente. Esa realidad ha cambiado mucho y hoy, un «simple logotipo» debe ir más allá de lo estético para poder transformarse en la voz misma del producto. Ese grupo de letras y figuras ha dejado de ser la manifestación artística del creador, para convertirse en la expresión viva de un diferencial. Constituye el principal arma que tiene el fabricante para iniciar un diálogo franco y directo con sus consumidores, y es la causa directa de la acción de venta buscada.
Nuestro esfuerzo radica en lograr la eficacia inmediata de un estímulo visual que a primera vista podría parecer poco trascendente, pero que, indudablemente, define la personalidad del producto. Si consideramos que las marcas de los productos que consumimos nos acompañarán a lo largo de la vida, que estarán allí como testigos, quizá no tan mudos, de nuestra realidad e historia personal, y si tomamos en cuenta todas las veces al día que vendrán a nuestras mentes, queda por demás claro que su valor no debe considerarse poca cosa.
miércoles, 9 de enero de 2013
Electric Canvas
El área del trabajo del diseñador llevado a otro nivel, las paredes de edificios son ahora la forma de comunicación y expresión. Una área poco explotada por los diseñadores, una oportunidad de trabajo.
Todos somos seres visuales
Una reflexión para todos los diseñadores gráficos, el mundo esta lleno de impulsos visuales, analizamos nuestro día a día y descubriremos más aun.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Tendencias de color 2013
Para poder creas grandes combinaciones de colores, se necesita visión, ver más allá, pensar que el color es más que un tono o matiz, es una herramienta de comunicación, que permite a los diseñadores gráficos generar diseños de vanguardia.
A continuación podrás ver el color del año
2013, propuesto por la empresa Akzon Nobel. Empresa líder en la creación de tecnologías
de color para pinturas de distintos rublos.
Color de la época del entendimiento
PER NIMÉR EL HOMBRE QUE SABE DE QUÉ COLOR SERÁ TU PRÓXIMO REFRIGERADOR
Tendencias de color.
El color rige parte de nuestras vidas y habla de como somos, desde como nos vestimos, hasta, define parte de nuestros estados de animo.
Es importante que el diseñador evalué analice detenidamente que colores aplicara a sus diseños, ya que estos determinaran el éxito e impacto que se tendrá.
Recordemos que en nuestras manos esta el exito o funcionamiento de una campaña publicitaria. A continuación dejo la historia de Per Nimer diseñador Sueco hijo de un vendedor de pinturas, se ha convertido en el hombre autoridad en aplicación del color que que define que colores se usaran los próximos años.
Una crónica de Luis Barturén
A lo largo de su vida, el diseñador sueco Per Nimér ha sido retratado una y mil veces con un arcoíris de colores a la espalda, o con una bufanda multicolor rodeándole el cuello. Nimér es el director global de diseño de AkzoNobel, la principal compañía de pinturas del mundo, que emplea a más de cincuenta mil trabajadores y vende sus productos en casi cien países. Cada vez que le ponen un micrófono o una cámara por delante, Nimér debe someterse a la dictadura de la policromía y sonreír imperturbable rodeado de una acumulación insensata de colores.
A lo largo de su vida, el diseñador sueco Per Nimér ha sido retratado una y mil veces con un arcoíris de colores a la espalda, o con una bufanda multicolor rodeándole el cuello. Nimér es el director global de diseño de AkzoNobel, la principal compañía de pinturas del mundo, que emplea a más de cincuenta mil trabajadores y vende sus productos en casi cien países. Cada vez que le ponen un micrófono o una cámara por delante, Nimér debe someterse a la dictadura de la policromía y sonreír imperturbable rodeado de una acumulación insensata de colores.
Hoy no. Hoy la conversación tendrá lugar en una sala de
reuniones decorada sin alardes, coloreada en suaves tonos ocres, en el centro
de Estocolmo, adonde ha venido a esperar el visado que le permitirá viajar de
inmediato a China. Nimér examinará el despacho por un instante antes de empezar
a hablar: paredes, puertas, ventanas, muebles. Es difícil adivinar si su alarma
de color ha saltado, si alguna disonancia cromática en esa habitación se le ha
hecho insoportable. Así que debo preguntarle. «Aquí todo está como debe ser»,
contesta Nimér sin inmutarse.
Hasta hace unos días, en Estocolmo el paisaje de invierno
imitaba la desnudez de una hoja en blanco, y es en esta ciudad fría y
descolorida donde me reúno con uno de los mayores expertos mundiales en
policromía. Un oráculo del color. Además de trabajar para AkzoNobel, Nimér es
miembro del Color Marketing Group, una asociación internacional de
profesionales relacionados con el diseño y el marketing. Año a año, se reúnen
para intentar adivinar y, de alguna manera, deliberar sobre los colores que las
distintas áreas del diseño industrial adoptarán hasta tres años después.
Cuando Nimér era niño correteaba y jugueteaba en la tienda de pinturas de su abuelo en la pequeña ciudad sueca de Svedala, negocioque luego heredaría su padre. Un niño ordenado, eso sí, que pasaba horas revisando y ordenando catálogos llenos de colores con nombres como sacados de la ciencia ficción: cyan, magenta, ecru. «Ya con cinco años organizaba colores.
Pero la mira por
entonces no estaba puesta en planificar una carrera, o eso creo», decía en una
entrevista. Su educación continuó años después en la Universidad de San
Francisco, donde se graduó en Arquitectura de Interiores y Diseño Gráfico.
Después abrió su propio estudio de arquitectos, primero en Estados Unidos y
luego en Suecia. Tiempo después pasaría a ser director de la Escuela de
Publicidad RMI-Berghs en Malmö, Suecia. Quien quiera ver en él al obediente
heredero de una familia signada por el trazo del color, al continuador pasivo
de la tradición familiar, se equivoca. Resulta inevitable hacer la broma, y le
digo que, dada su hoja laboral, no parece haber sido la oveja negra de la
familia. «Gris», responde Nimér. Y es verdad, lejos de conformarse con el
negocio familiar, Nimér siempre ha sido un hombre inquieto que partió pronto en
busca de un mundo que excediera Malmö, la ciudad de trescientos mil habitantes
donde nació. A los veintiún años vendió su estéreo, su bicicleta y otras
pertenencias para poder viajar durante un año entero por distintos continentes
y pasar unas semanas junto a una tribu de antiguos cazadores de cabezas en
Filipinas.Hoy día, el hombre que dice que puede distinguir diez millones de
colores diferentesviaja a China representando a la compañía cuyos colores
cubren yates y estadios olímpicos.
Si bien su currículo es pintoresco, Per Nimér
resulta sobrio en su vestimenta. Saco oscuro, camisa azul claro, anteojos
cuadrados de fino marco metálico, pantalones sport conjuntados con el saco y
zapatillas celestes. Sin estridencias. Ninguna nota llamativa fuera del color
cielo del calzado. Nada que nos sirva para entrever los colores de esta
temporada. O de la siguiente. Nimér trabaja con los matices de la vista: «Al
color no lo puedes oler, saborear ni asir. El color es tan etéreo y sin
embargo tan poderoso». La historia le da la razón. Bajo el poder de Julio
César, por ejemplo, los tirios exprimían a mano decenas de miles de moluscos
del género murex para extraer el tinte necesario para teñir de color púrpura
una sola toga. Esa vestimenta señalaba quién entre los patricios era el césar y
su uso no autorizado estaba penado con la muerte. Los hindúes, por su parte,
elaboraban hasta finales del siglo XIX el famoso «amarillo indio», un tinte
intenso, casi fluorescente, que según la tradición se elaboraba con la
orina de vacas alimentadas hasta el envenenamiento con hojas de mango. Durante
la dinastía Tang en China, entre los siglos IX y X, un matiz del verde de la
llamada porcelana Mi Se fue decretado secreto y de uso exclusivo de la familia
imperial. El misterio de este color sólo visto por el emperador y los suyos fue
tan bien guardado, que el secreto no fue develado con seguridad hasta 1987, al
descubrirse por accidente restos arqueológicos en el templo de Famen, provincia
de Shaanxi. ¿Qué matiz era? Nada que deslumbrara o confundiera el ojo humano,
simplemente una especie de verde turquesa claro que los años han trocado en un
matiz olivo.
Todavía hoy, el color sigue siendo una mercancía.
Como cualquier adivino, Nimér tiene un trabajo que depende de la observación
cuidadosa de ciertos códigos secretos. ¿Cómo se profetiza sobre el color? Lo
paradójico es que la empresa productora de pinturas más poderosa del planeta no
puede influir lo más mínimo en las tendencias de color de interiores, explica
Nimér: «Imagínate que los expertos en moda de vestir detectaran una tendencia
hacia ropas desgastadas con colores ajados y nosotros digamos ‘¡Rojo!’ a
nuestros clientes. Nadie nos haría caso, claro». Lejos de imponer –explica
Nimér–, AkzoNobel investiga y sugiere a partir de las observaciones realizadas
por sus expertos. ¿Y qué observan Nimér y compañía? Mujeres. Sus ropas más
bien. «Los colores que primero usan las mujeres en su vestimenta los veremos
con toda seguridad luego en nuestras paredes», explica. Razón por la cual es un
habitual en los desfiles de moda y se reúne con frecuencia no sólo con
arquitectos y diseñadores de interiores como él, sino también con modistos y
expertos en el arte del buen vestir. Hasta hace poco, el trayecto que llevaba
un color, una tonalidad, desde las pasarelas hasta las paredes de un despacho o
los pasadizos del lobby de un lujoso hotel, solía tardar un par de años. Pero
los tiempos ahora se han acortado también para los colores, que viajan con el
vértigo de otras tendencias de la moda y llegan en pocos meses de los talleres
de los modistos a los muros domésticos. El buen ojo para el color de las
mujeres, explica Nimér, no pasa tan sólo por una educación cultural asociada al
maquillaje y los dictados de la moda.
Es un hecho científico. La tasa de
afectados por daltonismo en la población masculina, por ejemplo, es casi veinte
veces mayor que en la femenina. Mark Changizi, el autor de The Vision
Revolution, explica que la sensibilidad para reconocer colores es una ventaja
evolutiva pues permite que quienes detectan cambios en el color de piel de
otras (moretones, rubores) interpreten mejor el estado mental, físico y
emocional de otras personas. Esta receptividad cromática explicaría no sólo la
intuición estética de las mujeres, sino también su receptividad a los estados
de ánimo de los demás.
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