Para poder creas grandes combinaciones de
colores, se necesita visión, ver más allá, pensar que el color es más que un
tono o matiz, es una herramienta de comunicación, que permite a los diseñadores
gráficos generar diseños de vanguardia.
A continuación podrás ver el color del año
2013, propuesto por la empresa Akzon Nobel. Empresa líder en la creación de tecnologías
de color para pinturas de distintos rublos.
El color rige parte de
nuestras vidas y habla de como somos, desde como nos vestimos, hasta, define
parte de nuestros estados de animo.
Es importante que el diseñador evalué
analice detenidamente que colores aplicara a sus diseños, ya que estos
determinaran el éxito e impacto que se tendrá.
Recordemos que en
nuestras manos esta el exito o funcionamiento de una campaña publicitaria.A continuación dejo la historia de Per Nimer diseñador
Sueco hijo de un vendedor de pinturas, se ha convertido en el hombre autoridad
en aplicación del color que que define que colores se usaran
los próximos años.
A lo largo de su
vida, el diseñador sueco Per Nimér ha sido retratado una y mil veces con un
arcoíris de colores a la espalda, o con una bufanda multicolor rodeándole el
cuello. Nimér es el director global de diseño de AkzoNobel, la principal
compañía de pinturas del mundo, que emplea a más de cincuenta mil trabajadores
y vende sus productos en casi cien países. Cada vez que le ponen un micrófono o
una cámara por delante, Nimér debe someterse a la dictadura de la policromía y
sonreír imperturbable rodeado de una acumulación insensata de colores.
Hoy no. Hoy la conversación tendrá lugar en una sala de
reuniones decorada sin alardes, coloreada en suaves tonos ocres, en el centro
de Estocolmo, adonde ha venido a esperar el visado que le permitirá viajar de
inmediato a China. Nimér examinará el despacho por un instante antes de empezar
a hablar: paredes, puertas, ventanas, muebles. Es difícil adivinar si su alarma
de color ha saltado, si alguna disonancia cromática en esa habitación se le ha
hecho insoportable. Así que debo preguntarle. «Aquí todo está como debe ser»,
contesta Nimér sin inmutarse.
Hasta hace unos días, en Estocolmo el paisaje de invierno
imitaba la desnudez de una hoja en blanco, y es en esta ciudad fría y
descolorida donde me reúno con uno de los mayores expertos mundiales en
policromía. Un oráculo del color. Además de trabajar para AkzoNobel, Nimér es
miembro del Color Marketing Group, una asociación internacional de
profesionales relacionados con el diseño y el marketing. Año a año, se reúnen
para intentar adivinar y, de alguna manera, deliberar sobre los colores que las
distintas áreas del diseño industrial adoptarán hasta tres años después.
Cuando Nimér era niño correteaba y jugueteaba en la tienda de pinturas de su
abuelo en la pequeña ciudad sueca de Svedala, negocioque luego heredaría su
padre. Un niño ordenado, eso sí, que pasaba horas revisando y ordenando
catálogos llenos de colores con nombres como sacados de la ciencia ficción:
cyan, magenta, ecru. «Ya con cinco años organizaba colores.
Pero la mira por
entonces no estaba puesta en planificar una carrera, o eso creo», decía en una
entrevista. Su educación continuó años después en la Universidad de San
Francisco, donde se graduó en Arquitectura de Interiores y Diseño Gráfico.
Después abrió su propio estudio de arquitectos, primero en Estados Unidos y
luego en Suecia. Tiempo después pasaría a ser director de la Escuela de
Publicidad RMI-Berghs en Malmö, Suecia. Quien quiera ver en él al obediente
heredero de una familia signada por el trazo del color, al continuador pasivo
de la tradición familiar, se equivoca. Resulta inevitable hacer la broma, y le
digo que, dada su hoja laboral, no parece haber sido la oveja negra de la
familia. «Gris», responde Nimér. Y es verdad, lejos de conformarse con el
negocio familiar, Nimér siempre ha sido un hombre inquieto que partió pronto en
busca de un mundo que excediera Malmö, la ciudad de trescientos mil habitantes
donde nació. A los veintiún años vendió su estéreo, su bicicleta y otras
pertenencias para poder viajar durante un año entero por distintos continentes
y pasar unas semanas junto a una tribu de antiguos cazadores de cabezas en
Filipinas.Hoy día, el hombre que dice que puede distinguir diez millones de
colores diferentesviaja a China representando a la compañía cuyos colores
cubren yates y estadios olímpicos.
Si bien su currículo es pintoresco, Per Nimér
resulta sobrio en su vestimenta. Saco oscuro, camisa azul claro, anteojos
cuadrados de fino marco metálico, pantalones sport conjuntados con el saco y
zapatillas celestes. Sin estridencias. Ninguna nota llamativa fuera del color
cielo del calzado. Nada que nos sirva para entrever los colores de esta
temporada. O de la siguiente. Nimér trabaja con los matices de la vista: «Al
color no lo puedes oler, saborear ni asir. El color es tan etéreo y sin
embargo tan poderoso». La historia le da la razón. Bajo el poder de Julio
César, por ejemplo, los tirios exprimían a mano decenas de miles de moluscos
del género murex para extraer el tinte necesario para teñir de color púrpura
una sola toga. Esa vestimenta señalaba quién entre los patricios era el césar y
su uso no autorizado estaba penado con la muerte. Los hindúes, por su parte,
elaboraban hasta finales del siglo XIX el famoso «amarillo indio», un tinte
intenso, casi fluorescente, que según la tradición se elaboraba con la
orina de vacas alimentadas hasta el envenenamiento con hojas de mango. Durante
la dinastía Tang en China, entre los siglos IX y X, un matiz del verde de la
llamada porcelana Mi Se fue decretado secreto y de uso exclusivo de la familia
imperial. El misterio de este color sólo visto por el emperador y los suyos fue
tan bien guardado, que el secreto no fue develado con seguridad hasta 1987, al
descubrirse por accidente restos arqueológicos en el templo de Famen, provincia
de Shaanxi. ¿Qué matiz era? Nada que deslumbrara o confundiera el ojo humano,
simplemente una especie de verde turquesa claro que los años han trocado en un
matiz olivo.
Todavía hoy, el color sigue siendo una mercancía.
Como cualquier adivino, Nimér tiene un trabajo que depende de la observación
cuidadosa de ciertos códigos secretos. ¿Cómo se profetiza sobre el color? Lo
paradójico es que la empresa productora de pinturas más poderosa del planeta no
puede influir lo más mínimo en las tendencias de color de interiores, explica
Nimér: «Imagínate que los expertos en moda de vestir detectaran una tendencia
hacia ropas desgastadas con colores ajados y nosotros digamos ‘¡Rojo!’ a
nuestros clientes. Nadie nos haría caso, claro». Lejos de imponer –explica
Nimér–, AkzoNobel investiga y sugiere a partir de las observaciones realizadas
por sus expertos. ¿Y qué observan Nimér y compañía? Mujeres. Sus ropas más
bien. «Los colores que primero usan las mujeres en su vestimenta los veremos
con toda seguridad luego en nuestras paredes», explica. Razón por la cual es un
habitual en los desfiles de moda y se reúne con frecuencia no sólo con
arquitectos y diseñadores de interiores como él, sino también con modistos y
expertos en el arte del buen vestir. Hasta hace poco, el trayecto que llevaba
un color, una tonalidad, desde las pasarelas hasta las paredes de un despacho o
los pasadizos del lobby de un lujoso hotel, solía tardar un par de años. Pero
los tiempos ahora se han acortado también para los colores, que viajan con el
vértigo de otras tendencias de la moda y llegan en pocos meses de los talleres
de los modistos a los muros domésticos. El buen ojo para el color de las
mujeres, explica Nimér, no pasa tan sólo por una educación cultural asociada al
maquillaje y los dictados de la moda.
Es un hecho científico. La tasa de
afectados por daltonismo en la población masculina, por ejemplo, es casi veinte
veces mayor que en la femenina. Mark Changizi, el autor de The Vision
Revolution, explica que la sensibilidad para reconocer colores es una ventaja
evolutiva pues permite que quienes detectan cambios en el color de piel de
otras (moretones, rubores) interpreten mejor el estado mental, físico y
emocional de otras personas. Esta receptividad cromática explicaría no sólo la
intuición estética de las mujeres, sino también su receptividad a los estados
de ánimo de los demás.